¿Cuántas cosas nos planteamos hacer a la vez a lo largo de un día?
¿Cuántas cosas vamos acumulando y las dejamos pendientes para “cuando tengamos tiempo”?
¿Realmente llega ese tiempo alguna vez?, ¿esto nos aporta bienestar?
“Las tres cosas más difíciles de este mundo son guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo” -Benjamin Franklin
La semana anterior hablamos sobre darnos permiso y aprender a tolerar la frustración, también hemos hablado a lo largo del programa sobre el control de los impulsos y esta semana vamos a continuar hablando de funciones ejecutivas, funciones de nuestro cerebro que nos ayudan a mejorar nuestro bienestar, adaptarnos al entorno y ser personas másautónomas. Algunos ejemplos son: el razonamiento, la planificación, la organización y la gestión del tiempo, la toma de decisiones, etc.…
Ciertamente no son actitudes sencillas de llevar a cabo, aunque comprender los mecanismos que las provocan o las causas que influyen en su manifestación, nos pueden también aportar las claves necesarias para trabajar sobre ellas.
¿Conoces el concepto de procrastinación?
La procrastinaciónes el arte de posponer las tareas pendientes hasta el último momento. El (seguro conocido) fenómeno de “dejar las cosas para mañana”.
Hay multitud de causas al respecto de la procrastinación, sobre el porqué aplazamos o retrasamos algunas decisiones o tareas importantes. Según explica el doctor Piers Steel en su libro “Procrastinación” son 3 causas principales:
– Las expectativas y la confianza sobre si creemos que somos capaces de lograr nuestros objetivos, en este sentido es más probable que dejemos de hacer tareas las cuales en el fondo no nos sentimos capaces de lograr. Aquí el trabajo principal está en la autoconfianza y en la búsqueda las herramientas adecuadas.
– El valor personal que damos a la tarea o la gratificación que sentimos al realizarla, en este caso, pospondremos las tareas que nos resultan aburridas, que nos aportan poco o que consideramos que no son importantes. Aquí el trabajo principal se encuentra en la motivación y en la búsqueda de estrategias que me ayuden a observar las cosas desde un punto de vista más interesante o beneficioso para mí.
– La influencia del tiempo en la capacidad para demorar la gratificación, relacionado con la impulsividad o la falta del control de los impulsos. Este es el caso más evidente de procrastinación, no realizaremos las tareas pendientes porque preferimos hacer cosas que nos produzcan placer de manera más inmediata. Aquí, como ya hemos comentado, el trabajo está en trabajar el control de los impulsos y la toma de decisiones consciente.
Hay personas especialistas en procrastinar, si eres una de ellas, aquí te dejo unas pautas para dejar de posponer y ponerte al lío.
– Buscar el equilibrio entre la dificultad de la tarea y tus capacidades
– Establecer compromisos, con sus recompensas y consecuencias
– No luches contra los pensamientos y las tentaciones, acéptalos y decide consciente y amablemente poner el foco de tu atención en otro lugar
– Planifica, organiza y gestiona tu tiempo
¿Cómo planificar, organizar y gestionar el tiempo?
Aprender a gestionar el tiempo consiste en planificar y organizar conscientemente nuestro tiempo para mejorar nuestra ejecución en las tareas realizadas. Esto nos comporta una serie de beneficios:
“El único modo de tener tiempo, es tomárselo” -Bertha Eckstein-Diener
Pautas para gestionar el tiempo:
– Establecer objetivos concretos y fácilmente medibles
– Prioriza y delega tareas en base a la urgencia y la importancia (tabla)
– Contempla y programa también los tiempos de descanso
– Considera un tiempo prudencial en caso de que aparezcan posibles imprevistos
– Evita la multitarea y las distracciones en la medida de lo posible
– Haz una planificación sobre papel que sea flexible a los cambios que vayan apareciendo
(Matriz de Eisenhower sobre la importancia y la urgencia)
Beneficios de la planificación y la gestión del tiempo:
– Cumplir los tiempos establecidos en la entrega de tareas
– Mejora en la calidad y eficacia del trabajo realizado
– Mejora de la productividad y eficiencia
– Potencia el desarrollo personal
– Reducción de los niveles de estrés y ansiedad asociados a la sobrecarga de trabajo
– Mejora de la calidad de vida, la sensación de bienestar y salud en general
Sandra Barceló
Psicóloga-Formadora Col. COPC22270